CERCANO Y DISTANTE
Este documental de carácter íntimo se nutre de las posibilidades que otorga los recursos informáticos aplicados al cine. Contribuyen a la construcción audiovisual del relato las aplicaciones o interfaces como Skype y Google Maps, cuya función Street View nos permite transitar calles de Europa y Asia en imágenes que componen una visión tridimensional a las memorias que se narran.
Yaela Gottlieb, directora y coprotagonista de su película, va haciendo anotaciones, ilustraciones, y de inmediato nos presenta al personaje retratado: su padre, Robert Gottlieb, un judío proveniente de Oradea en Rumania, que sirvió cuatro años al ejército israelí y que ahora vive en el Perú.
Ella nos cuenta cómo después de un breve viaje a Israel que hizo junto a amigos argentinos -el mismo que fue financiado por sionistas-, su padre comenzó a inculcarle patriotismo por la comunidad judía y el sionismo, lo que por las negativas y silencios de Yaela colegimos que no es algo que disfrute. Efectivamente su padre en el transcurso de las escenas trata de explicarle sus pensamientos con respecto a la guerra, conversación que según los ánimos de ambos es un tema que les causa a ambos ya tristeza, risa, o molestia; todo ello acompañado con cierta preocupación y nostalgia de ambos por la distancias geográficas, morales, éticas, de edad que se alzan entre ellos -cada quien en su lado del balcón mirando hacia la neblina limeña, ilustra y condensa este humor– y la inexorable sombra que la muerte tiende en un hombre de más de 70 años.
El registro también nos lleva a profundizar sobre la multiplicidad de nacionalidades que se crean a raíz de estos desplazamientos forzados o voluntarios, como son las migraciones; también la presión que ejercen en nosotros esas multiplicidades para responder “¿de dónde soy?”.
Hay cierta carga de humor en frases o reacciones, como “mi padre es más viejo que Israel” o “¿se van al cielo?” (cuando se inmola un agente israelí en una serie de Netflix que ven juntos); lo que nos muestra las profundidades del afecto que permanece a pesar de las diferencias ideológicas. Efectivamente, la pugna Israel-Palestina se ha trasladado a Robert y Yaela, y esta última, en un acto que quiero catalogar de “estrategia militar emocional”, decide poner en reposo las indagaciones y el posible replique a un cuestionario incisivo que preparaba para su padre, mas nunca se lo envía, como quien reconoce ahí un campo minado.
Dixia Morales / Andares Cine
